La excelencia empresarial,
termino acuñado por
Tom Peters1, es motivo y fin de muchas organizaciones. Se supone que esta etiqueta adorna a las empresas que son gestionadas con
sabiduría y extrayendo lo mejor de ellas. Tanto es
así, que de hecho existen multitud de premios que sirven para
señalar compañías, que
según un jurado hacen gala de esa virtud, la excelencia. La excelencia empresarial no es
más que la
utopía a la que se decide dirigir una empresa, pero que como toda
utopía, solo nos indica el camino a seguir, pero de meta inalcanzable.Toda empresa
esta continuamente sujeta a algo invariable que denominamos cambio. Una
compañía puede mantener
magníficos flujos financieros, niveles muy alto de rentabilidad, puede haber crecido o puede haber penetrado hondo en un mercado, pero ninguna de estas premisas por si solas, ni todas juntas, establecen el nivel de excelente en una empresa.La excelencia es un camino a recorrer, que nunca da la posibilidad de establecerse en una
compañía, por lo tanto la excelencia, si se decide premiar como algo
mas que una
acción de relaciones
publicas, debe premiar el camino que ha recorrido, como se comporta esa
organización y que ruta tiene prevista. Desde este punto de vista, premiar la excelencia significa evaluar
qué relación mantiene una empresa con sus tres tipos diferentes de clientes, los accionistas, los trabajadores y la comunidad donde comercializa sus productos y/o servicios.
La valoración del comportamiento de la empresa con estos tres diferentes tipos de clientes, vislumbraran que una empresa camina por la senda de esa utopía. Esto, necesariamente, se podría servirnos para comprobar la empresa que persigue una virtud tan dinámica como inalcanzable, así como que no permite ver la organización bajo el estático prisma de un premio.»
Fuente: http://www.gestiopolis.com/