Fórmula para el rendimiento personal ACTITUD + APTITUD
Cuando de éxito se trata, encontramos infinidad de consejos y estrategias para alcanzarlo.
No obstante, la percepción general sobre una fórmula efectiva para alcanzar el éxito se remite especialmente a las acciones positivas que el ser humano lleve a cabo en los diferentes ámbitos de su vida. El triunfo entonces es un factor subjetivo que depende especialmente de la persona que lo busca.
¿Qué papel tienen entonces la actitud y aptitud?
Pues bien, hay una gran diferencia entre estas dos palabras homónimas. La aptitud es el conjunto de habilidades y facultades que permiten el buen desarrollo de una actividad específica.
Las aptitudes son totalmente adquiribles, y algunas veces innatas, por lo que una persona puede desarrollar una facultad o habilidad a través de la práctica y el empeño. Por el contrario, la actitud es la forma de actuar de un individuo y se refiere al comportamiento que adopta una persona al desempeñar alguna actividad. En muchos casos la disposición con la que se afronte una tarea es la clave para perfeccionar las habilidades necesarias para llevar a cabo dicha tarea.
Tanto el desarrollo laboral como personal, comienza por tener una actitud positiva frente a los retos diarios que se nos presentan puesto que proyectar nuestra mente positivamente (lo cual es un principio básico de la neurolingüística) marca una diferencia en cuanto a nuestro qué hacer.
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Una buena actitud puede ser la clave del éxito en una persona
Teniendo claro que la actitud prima sobre la aptitud en muchas ocasiones y que depende en gran medida del individuo, es importante señalar que las empresas son las principales responsables de incentivar y cultivar actitudes positivas entre sus empleados. Son las empresas las que tienen la suerte de incentivar a sus empleados dado que la motivación es un factor clave para mantener y mejorar la actitud de las personas, favoreciendo a su vez el ambiente laboral, el compañerismo, el compromiso y la fidelidad hacia la empresa.
Por ultimo, el saber hacer es importante pero el que hacer y la disposición para atender las actividades es lo que marca la diferencia en el rendimiento de las mismas. En ese orden de ideas, se podría afirmar que la aptitud es importante pero la actitud es primordial; no solo el empleado debe trabajar constantemente en su actitud, la empresa también debe ser una influencia positiva a través de la motivación. En conjunto, la actitud y aptitud se convierten en un dupla para alcanzar resultados positivos tanto en el ámbito personal como en el profesional.
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